En El domador de pulgas, se utiliza la máscara de la fábula tradicional para reflejar en esas pulgas los más despreciables hábitos sociales de los humanos: envidia, arribismo, ansias de poder, deslealtad. Tal recurso de mostrar a los hombres como pulgas, o viceversa, da cabida al tono satírico y burlesco que predomina en el discurso de la novela.
Deja el narrador ver por medio de esa generalización su indudable voluntad de hacer de su relato uno de significado universal.
Juan Durán Luzio