Este libro tiene el gran mérito de haber recogido en la década del sesenta, los primeros pasos de Yolanda Oreamuno por las ricas vertientes de la literatura, cuando ella era una desconocida. Tiene también mérito, porque en esos textos se hace obvio su rompimiento con el regionalismo y costumbrismo imperantes en nuestras letras, en esos años. Mérito por haber abierto la tendencia a lo que ella llamó la “profundización del contenido”, lo cual equivalía a la apertura a un acercamiento subjetivo de los temas.