“Este hermoso cuento nos lleva a conocer a unos simpáticos personajes y nos hace reflexionar sobre el problema del alcoholismo. Una niña escucha las narraciones de su abuelo Tito, un pintor que plasma sus recuerdos sobre el lienzo y trae al presente a la gente de su barrio: el abuelo entonando canciones en su mecedora, la abuela cosiendo a máquina, don Custodio encumbrándose una copita de algún licor y haciendo deliciosas golosinas, que vendía en un carrito que iba empujando por el vecindario. Estas confituras hechas con polvo de arcoíris y miel de las flores eran la alegría de la niñez de Tito. En las pinturas de Tito, viven atesoradas con cariño las historias de su memoria y vos, lector, las encontrarás en esta tierna escritura de Byron Espinoza y en estos vibrantes dibujos de Álvaro Borrasé”, Lara Ríos