Cada relato propone un mundo complejo construido con un lenguaje preciso y despojado de distracciones. La elección de escenarios exóticos no responde a un mero artificio, sino a una auténtica universalización del mundo infantil y adolescente.
Lo no narrado emerge en la sutileza psicológica de sus personajes, atrapando al lector en una atmósfera de ternura, terror y fatalidad.
Alejandra Solórzano
Los niños de Sergio Arroyo son niños lúcidos en los que, a diferencia de nuestro doloroso tiempo, la inmadurez no triunfa trágicamente.
Fabián Coto