San José, capital de Costa Rica, aflora como pueblo en 1755 por mandato violento de la Alcaldía de Cartago. El sacerdote Juan de Pomar y Burgos llega a consolidar el lugar conocido como La Boca del Monte o La Villita, pero para ello debe enfrentar la oposición del teniente Francisco Castro, así como el misterioso embarazo de la bella María de Mora, quien atribuye la paternidad de su futuro hijo al patriarca de la ermita, San José.
“Considero que La Boca del Monte contribuye a la enseñanza popular de la historia y cumple una función en la construcción de una memoria e identidad de San José”. Ana María Botey, Historiadora UCR