“La novela Lázaro de Betania (1932) es prosa modernista y sensual que nos presenta una resurrección bien particular de Lázaro. Brenes Mesén retoma el tema de la resurrección de Lázaro –un intertexto bíblico– para darnos su propia lectura de este pasaje del Evangelio: la resurrección se convierte en una reencarnación, con visos teosóficos que activa una serie de imágenes dionisíacas. Un ángel ha tomado posesión del cuerpo de Lázaro y ello es el punto de partida para describir con todos los artificios formales la dulce y turbia ambivalencia de ser el mismo hombre sin serlo (…).
Surge todo un lenguaje ligado a lo carnal, a la materialidad como principio activo y vital ante una espiritualidad pasiva y olvidada. Los símbolos sagrados –la figura de Cristo, el ritual de la Última Cena con el pan y el vino, el cáliz– son despojados aquí de su cualidad de evocar algo más: los objetos sagrados recuperan sus propiedades terrenales en detrimento de su vínculo de sacralidad”.