Diversos hechos evidencian la condición de la Costa Rica de los años cuarenta, como contexto para enfocar lo relativo a la educación y la cultura de su pueblo.
En este marco, destacan situaciones que constituyen los antecedentes que propiciaron la creación de la Editorial Costa Rica como resultado de las inquietudes intelectuales de algunas figuras del mundo de la cultura y las fuerzas ideológicas que generaron, a su vez, los procesos sociopolíticos de la década.
A las iniciativas del gobierno se sumaban otras, de carácter individual: las de algunos intelectuales que sentían un fuerte llamado a liderar acciones para el mejoramiento de la educación y la cultura.
Estos hechos ponen de manifiesto una voluntad de cambio y revelan cuán urgente era la existencia de una casa editora. Durante esta década, García Monge realizaba una importante labor de difusión de las letras a través de diversas publicaciones, entre las que destaca Repertorio Americano. Esta tarea lo llevó incluso a desplazar su actividad como escritor en beneficio de la edición, para dar oportunidad a poetas, escritores y pensadores costarricenses, quienes compartieron esas páginas con figuras internacionales. Ante esta creciente sed de pensamiento y comunicación, el mismo García Monge propone crear una editorial nacional. Su propuesta fue muy bien acogida, pero no llegó a concretarse.
Se inicia una época marcada por la crisis que habría de conducir a los hechos violentos de 1948, los cuales produjeron una fisura social y, a la vez, cambios trascendentales; fue una revolución que orientó e impulsó diversas formas de desarrollo en el país. Según Jorge Valdeperas, en su obra Para una nueva interpretación de la literatura costarricense, después de esa fecha aumentó la producción literaria nacional, como respuesta a una política de expansión cultural. A este contexto de expansión del sector cultural y, en consecuencia, de las instituciones educativas y artísticas, se suman las inquietudes de los creadores y las expectativas de una sociedad deseosa de acceder a las artes y las letras.
Esta era la coyuntura propicia para que el diputado Fernando Volio Jiménez, con el apoyo de autores y artistas, creara una comisión para redactar el proyecto de ley que daría vida a la editorial. Esta estaba compuesta por Fabián Dobles, Antidio Cabal, y el mismo Volio, quienes elaboraron una primera propuesta que fue presentada al Consejo de Gobierno y este no la aprobó. Con todo, la Comisión no desistió de lo que consideraba una necesidad.
Sin embargo, el Presidente de la República, José Figueres Ferrer, por decreto del 12 de abril de 1958, creó la Editorial Costarricense que estuvo a cargo de la Directiva de la Asesoría de Castellano del Ministerio de Educación Pública.
La ley de creación
En 1959, el proyecto elaborado por la comisión se presentó a la Asamblea Legislativa y fue al fin aprobado como Ley Editorial Nacional No. 2366, el 10 de junio de ese mismo año, durante la administración del presidente Mario Echandi Jiménez. Con la aprobación de la ley se creó la Asamblea de Autores, que en los siguientes treinta días debía nombrar al Consejo Directivo de la actual Editorial Costa Rica. La idea de asociar a los autores habría surgido en 1939, con Roberto Brenes Mesén, quien había fundado la Asociación de Autores y Escritores de Costa Rica.
El 4 de mayo de 1960 se instala en San José el primer Consejo Directivo de la Editorial Costa Rica. Este se hallaba integrado por:
Enrique Macaya Lahmann, Presidente
Lilia Ramos Valverde, Secretaria
Alfonso Ulloa Zamora, Director
Arturo Echeverría Loría, Director
Fernando Centeno Güell, Director
Gonzalo Dobles Solórzano, Director
Isaac Felipe Azofeifa Bolaños, Director
También se integra en esa fecha un Comité de Selección –origen de la labor propiamente editorial–, en el cual participaron personalidades del mundo cultural como Alfonso Ulloa, Gonzalo Dobles, Francisco Amighetti, Julián Marchena, Abelardo Bonilla, Arturo Agüero, Juvenal Valerio y Carlos Meléndez. Estos nombres revelan la seriedad con que el proyecto fue asumido y la avidez de un medio que veía en la naciente Editorial el cauce para el cumplimiento de sus expectativas. Es relevante destacar que entre 1961 y 1966 se editaron 50 títulos.
El primer libro publicado por la Editorial Costa Rica fue "A través de mi vida" de don Carlos Gagini, el 29 de abril de 1961, con un tiraje de 1.500 ejemplares y bajo el cuidado de la editorial del escritor Francisco Marín Cañas, un experto en la edición de libros.
Durante este primer periodo se publicaron obras que iniciaron el fondo editorial. Con el propósito de ilustrar la calidad de estos textos se ofrece un listado de las diez primeras obras aparecidas bajo el nuevo sello:
Al través de mi vida, de Carlos Gagini
A lo largo del corto camino, de Yolanda Oreamuno
Arqueología criminal americana, de Anastasio Alfaro
Memorias, de Mario Sancho
Obras completas, de Mario Alberto Jiménez (Tomos I y II)
Monseñor Sanabria, de Ricardo Blanco Segura
Rapsodia de América, de José Basileo Acuña
Los viajes de Cockburn y Lievre por Costa Rica, de Cockburn
El luto robado, de Alberto Cañas